lunes, 31 de marzo de 2014

Vikingos

Vaquero, romano o vikingo; pero jamás niño español alguno se peleó por ser hidalgo o conde duque. Y ahí se empieza a perder identidad y patria. Cuando nos llegan series como Isabel, es tarde. No nos la creemos.

El martes, Antena 3 estrenó con buen pie Vikingos (16,8% y 18,8%). Su creador, Michael Hirst, anteriormente se había atrevido con Los Tudor y Camelot, así que domina las teleseries de época, más bien de épocas, pues Vikingos se sitúa en el siglo IX y Los Tudor, siete siglos después.

De entrada, el respaldo de Canal Historia le da a la serie un sello de autenticidad; luego Hirst ha conseguido una pátina de verismo que, sinceramente, no tiene la española Isabel, por citar la serie histórica que, el día anterior, ofrecía TVE. Bien resueltos guiones, fotografía y estética de los personajes, Hirst mantiene el ritmo de la narración insertando, sin que parezca un pegote, la antropología vikinga: el sistema de navegación, los juicios populares o los castigos infligidos a los delincuentes.

Las escenas de sexo, básicas para que triunfen las teleseries, de Roma a Spartarcus, son de aquí te pillo aquí te mato, muy acorde con la imagen de salvajismo que tenemos de aquellos nórdicos. Hirst no rompe el mito. Los personajes son brutotes, de poca dialéctica, básicas preguntas —“¿cómo quieres morir?”— y más breves respuestas —“degollado”—. Ni una lágrima derramada en dos capítulos, ni por hombre ni por mujer. Y todo guarro, muy guarro, algo que se agradece tras ver el día anterior la reposición de Isabel; qué bien duchados, qué pelos tan sedosos, y esas ropas recién salidas de la tinto con las que Isabel monta a caballo mientras su acompañante, tontuelo, le requiebra: “Isabel, ¡qué buena jinete eres!”. ¿Jinete?

Parece que siglos antes Juana de Arco montaba a horcajadas cuando se iba a la guerra, pero que Isabel vestida de frufrú no monte como amazona choca bastante; pero, en fin, no seamos pijoteros, pelillos al Báltico; qué más da que Isabel sea rubia y de ojos azules si al día siguiente compensamos con otros rubios, pero guarrindongos. Eso sí, nuestros castillos son de verdad, y no como sus barquitos, el único momento en que los vikingos hacían reír.



Biografias de personas en la prensa

Aunque se jubiló en 1979 se mantuvo muy activa hasta los 98 años. Días antes de cumplir los cien, se rompió una pierna durante una caída, lo que obligó a intervenirla quirúrgicamente con anestesia general. Hace semanas que no recibe visitas de amigos. Su delicado estado de salud le está impidiendo disfrutar de los homenajes y galardones que está recibiendo como reconocimiento a su larga carrera. La Comisión Internacional de Instrucción Matemática (ICMI), por ejemplo, acaba de crear un premio con su nombre.

La matemática, durante un viaje a Francia en los años 70. RAIMONDO BOLLETTA RAIMONDO BOLLETTA
Su frágil estado nos impide conversar con ella cuando visitamos su casa, situada en Via di SantAngela Merici, en la que conserva aún todos los cuadernos con las notas de sus alumnos. "Emma era

"Emma es seria y esencial. Ha sido una maestra exigente que siempre ha mantenido un contacto estrecho con sus alumnos, se interesaba mucho por todos los aspectos de su vida", afirma Lanciano.

Una foto de sus padres ocupa un lugar destacado en el salón, decorado con cuadros pintados por una de sus sobrinas. Los papeles y libros se apilan sobre su escritorio, con vistas a una fabulosa terraza que cobra todo su esplendor en un día tan soleado. Las plantas que tanto le gustan están por toda la casa.

Castelnuovo fomentó siempre que sus estudiantes pensaran por sí mismos y fueran creativos, una tarea que según su amiga y discípula, consiguió con creces. Algunos de ellos, entre los que se encuentra Lanciano, mantienen vivo su legado y espíritu con numerosas iniciativas que desarrollan a través de la denominada Officina Matematica. Entre ellas, destaca el curso quincenal para aprender a enseñar que cada año imparten a profesores en la Casa Laboratorio di Cenci, en la casa de campo del profesor Franco Lorenzone en Umbría, en el centro de Italia.

También participan en iniciativas que no están sólo ligadas a las matemáticas. Por ejemplo, Lanciano destaca la celebración del próximo Encuentro Internacional de Educadores Freinet, que se celebrará entre el 21 y el 30 de julio en Reggio Emilia, y que este año llevará el título Sguardi che cambiano il mondo. Abitare insieme le città delle bambine e dei bambini.

Constituyen una generación de maestros empeñados en continuar los pasos de Emma Castelnuovo y seguir transmitiendo la bellezza della matematica. De eso se trataba.





Jesse Owens

Ocurrió el 25 de mayo de 1935, hace hoy justo 75 años. Ese fue el día en el que Jesse Owens dejaba de ser un joven y desconocido atleta negro que trabajaba en una gasolinera, y cursaba segundo en el instituto, para convertirse en una estrella mundial del atletismo.
En tan sólo 45 minutos batía cuatro records mundiales durante una competición estatal celebrada en Michigan. Y lo hacía descansando sólo entre nueve y 15 minutos entre prueba y prueba: 100 metros lisos (9,4 segundos), salto de longitud (8,13 metros), 220 yardas (20,3 segundos) y 220 yardas vallas (22,6 segundos), convirtiéndose en la primera persona que bajaba de los 23 segundos en esta última prueba.
Este acontecimiento, considerado por muchos como una de las más grandes proezas del atletismo de todos los tiempos, fue el paso previo que sirivió a Owens para lanzarse a la conquista de los Juegos Olímpicos de Berlín, donde, a besa de medallas, desacreditaría las teorías de un Hitler que quería demostrar con aquella cita mundial la supremacía aria.
Owens, que en 1935 tenía 22 años, llegó a su primera carrera en Michigan con un fuerte dolor de espalda que venía arrastrando desde hacía tres semanas. Pero estaba acostumbrado a sufrir.
Owens, al borde de la muerte
Desde pequeño lucía un cuerpo raquítico y era propenso a la enfermedad. «Nadie hubiera dicho entonces que aquel muchachito enclenque y enfermizo, que a los siete años estuvo al borde de la muerte por una neumonía, se convertiría andando los años en uno de los mejores atletas de todos los tiempos», contaba ABC con motivo de su muerte, el 31 de marzo de 1980.
Sus compañeros de clase le aparataban de los juegos y él, para no aburrirse, se dedicaba a dar vueltas al campo de beisbol
Hasta que sus padres no se trasladaron a Ohio, el pequeño Jesse no había dejado de trabajar en el campo recolectando algodón.
Una vez en Ohio, Owens pudo cambiar el campo por la escuela y mejorar su alimentación, pero aún conservaba su cuerpo enclenque. A raíz de eso, sus compañeros de clase le aparataban de los juegos y él, para no aburrirse, se dedicaba a dar vueltas y más vueltas al campo de beisbol.
El deporte, una vía de escape
Cuando su profesor de gimnasia, Charles Ripley, le vio correr, le dijo: «Dentro de unos años serás el mejor atleta del mundo». Y no se equivocó. Jesse había encontrado en el deporte una válvula de escape a su condición de negro, que tantos problemas conllevaba en Estados Unidos por aquel entonces.
Por eso, cuando llegó a Ann Arbor, aquel dolor de espalda no mermó sus ganas infinitas de competición y de olvidarse de los trabajos que tenía que realizar por aquellos años para llevar dinero a una familia pobre de 8 hermanos. Jesse Owens, el atleta negro que enfureció a Hitler
Jesse Owens trabajando en la gasolinera en 1935 | The New York Times/Getty Images
La actuación de aquel día le valió a Jesse el sobrenombre de «El antílope de ébano» y una plaza en los Juegos Olímpicos de Berlín. Hitler, que sabía que el mundo le miraba, quiso demostrar que los arios eran una raza geneticamente mejor preparada que cualquier otra. Los primeros días, el führer se mostraba exultante de felicidad ante los triunfos alemanes, que aplaudía con estusiasmo.
Pero llegó el turno de aquel atleta negro y pobre que había sorprendido a todos un años antes. Una a una mientras aumentaba el cabreo del líder nazi, Owens consiguió cuatro medallas de oro, batiendo otros cuatro records mundiales.
El führer no aplaudía las medallas de Owens y sí las de los atletas blancos. Cuando un miembro del comité le advirtió de que sería conveniente de que aplaudiera a todos por igual o a ningún atleta, Hitler optó por no aplaudir a nadie.
Jesse Owens se convertía en el primer estadounidense en ganar cuatro medallas de oro en las mismas olimpiadas: 100 metros lisos, carrera de relevos de 4x100 metros, 200 metros lisos y salto de longitud, como reseñaba en un pequeño apéndice ABC en 1936. Un record que no se volvió a ocurrir hasta la llegada de Carl Lewis.
Un Hitler enfurecido
El la entrega de la cuarta medalla de oro a Owens, Hitler, atónito y enfurecido, se limitó a abandonar el estadio, según cuentan, para no verse obligado a estrechar la mano del atleta negro. Owens siempre quitó hierro a esta anécdota histórica de la que dice que no se enteró.
No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente
«Cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús. Volví a la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente», asegura sin embargo Jesse Owens años después.
Un Owens que, después de los juegos, tuvo además que volver a su trabajo de botones en el hotel Waldorf-Astoria, organizar espectáculos en los que corría contra caballos o lanzarse a montar una lavandería con un socio que terminó estafándole para seguir sacando a su familia adelante.

La cruzada de los niños-Bertolt Brecht

En Polonia, en el año treinta y nueve,
se libró una batalla muy sangrienta
que convirtió en ruinas y desiertos
las ciudades y aldeas.
Allí perdió la hermana al hermano
y la mujer al marido soldado.
Y, entre fuego y escombros, a sus padres
los hijos no encontraron.
No llegaba ya nada de Polonia.
Ni noticias ni cartas.
Pero una extraña historia, en los países
del Este circulaba.
La contaban en una gran ciudad,
y al contarlo nevaba.
Hablaba de unos niños que, en Polonia
partieron en cruzada.
Por los caminos, en rebaño hambriento,
los niños avanzaban.
Se les iban uniendo muchos otros
al cruzar las aldeas bombardeadas.
De batallas y negras pesadillas
querían escapar
para llegar, al fin,
a algún país en el que hubiera paz.
Había, entre ellos, un pequeño jefe
que los organizó.
Pero ignoraba cuál era el camino,
y ésta era su gran preocupación.
Una niña de once años era
para un niño de cuatro la mamá:
le daba todo lo que da una madre,
mas no tierra de paz.
Un pequeno judío iba en el grupo.
Eran de terciopelo sus solapas
y al pan más blanco estaba acostumbrado.
Y, sin embargo, todo lo aguantaba.
Más tarde se sumaron dos hermanos,
y ambos eran muy buenos estrategas
para ocupar las chozas que en el campo
los campesinos cuando llueve dejan.
También había un niño muy delgado
y pálido que siempre estaba aparte.
Tenía una gran culpa sobre sí:
la de venir de una embajada nazi.
Y un músico, además, que en una tienda
volada había encontrado un buen tambor.
Tocarlo les hubiera delatado,
y el niño músico se resignó.
Y hasta un perro llevaban que, al cogerle,
se disponían a sacrificar.
Pero ninguno se atrevía a hacerlo,
y ahora tenían una boca más.
También había una escuela
y en ella un maestrito elemental.
La pizarra era un tanque destrozado
donde aprendían la palabra «paz».
Y, al fin, hubo un concierto entre el estruendo
de un arroyo invernal.
Pudo tocar el niño su tambor
pero no le pudieron escuchar.
No faltó ni siquiera un gran amor:
quince años el galán, doce la amada.
En una vieja choza destruida,
la niña el pelo de su amor peinaba.
Pero el amor no pudo resistir
los fríos que vinieron:
¿cómo pueden crecer los arbolillos
bajo toda la nieve del invierno?
Hubo incluso una guerra
cuando con otro grupo se encontraron.
Pero viendo en seguida que era absurda,
la guerra terminaron.
Cuando era más reñida la contienda
que en tornó á una garita sostenían,
una de las dos partes
se quedó sin comida.
Al saberlo la otra, decidieron
un saco de patatas enviar
al enemigo, porque sin comer
nadie puede luchar.
A la luz de dos velas
un juicio celebraron.
Y, tras audiencia larga y complicada,
el juez fue condenado.
Hubo un entierro, en fin: el de aquel niño
que tenía en el cuello terciopelo.
Dos alemanes junto a dos polacos
enterraron su cuerpo.
No faltaban la fe ni la esperanza,
pero sí les faltaba carne y pan.
Quien les negó su amparo y fue robado
después, nada les puede reprochar.
Mas nadie acuse al pobre que a su mesa
no los hizo sentar.
Para cincuenta niños hace falta
mucha harina: no basta la bondad.
Si se presentan dos, o incluso tres,
es fácil que cualquiera los atienda.
Mas cuando llegan niños en tropel
de un arroyo invernal.
Pudo tocar el niño su tambor
pero no le pudieron escuchar.
No faltó ni siquiera un gran amor:
quince años el galán, doce la amada.
En una vieja choza destruida,
la niña el pelo de su amor peinaba.
Pero el amor no pudo resistir
los fríos que vinieron:
¿cómo pueden crecer los arbolillos
bajo toda la nieve del invierno?
Hubo incluso una guerra
cuando con otro grupo se encontraron.
Pero viendo en seguida que era absurda,
la guerra terminaron.
Cuando era más reñida la contienda
que en tornó á una garita sostenían,
una de las dos partes
se quedó sin comida.
Al saberlo la otra, decidieron
un saco de patatas enviar
las puertas se les cierran.
En una hacienda destruida, harina
hallaron en pequeña cantidad.
Una niña en mandil, de once años,
durante siete horas coció pan.
Amasaron la masa largamente,
la leña, bien cortada, ardía bien,
pero el pan no subió
porque ninguno lo sabía cocer.
Decidieron marchar,
buscando sol, al Sur. El Sur
es donde a mediodía todo
está lleno de luz.
A un soldado encontraron
herido en un pinar.
Siete días cuidándole, y pensaban:
«Él nos podrá orientar.»
Mas el soldado dijo: «¡A Bilgoray!»
Debía de tener
mucha fiebre: murió al día siguiente.
Le enterraron también.
Y los indicadores que encontraban
la nieve apenas los dejaba ver.
Pero ya no indicaban el camino,
todos estaban puestos al revés.
Aunque no se trataba de una broma:
sólo era una medida militar.
Buscaron y buscaron Bilgoray,
mas nunca la pudieron encontrar.
Se reunieron todos con el jefe,
confiados en él.
Miró el blanco horizonte y señaló:
«Por allí debe ser.»
Vieron fuego una noche:
decidieron seguir sin acercarse.
Pasaron tanques, otra vez, muy cerca,
pero iban hombres dentro de los tanques.
Al fin, un día, a una ciudad llegaron,
y dieron un rodeo.
Caminaron tan sólo por la noche
hasta que la perdieron.
Por lo que fue el sureste de Polonia,
bajo una gran tormenta, entre la nieve,
de los cincuenta niños
las noticias se pierden.
Con los ojos cerrados,
dentro de mí los veo cómo vagan
de una casa en ruinas
a otra bombardeada.
Por encima de ellos, entre nubes,
caravanas inmensas
penosamente avanzan contra el viento,
y, sin patria ni meta,
van buscando un país donde haya paz,
sin incendios ni truenos,
tan diferente a aquel de donde vienen.
Y, unidas, forman un cortejo inmenso.
Y, al caer el ocaso, ya sus caras
no parecen iguales.
Ahora veo caras de otros niños:
españoles, franceses, orientales…
Y en aquel mes de enero,
en Polonia encontraron
un pobre perro flaco
que llevaba un cartel de cartón al cuello atado.
Decía: «Socorrednos.
Perdimos el camino.
Este perro os traerá.
Somos cincuenta y cinco.
Si no podéis venir,
dejadle continuar.
No le matéis. Sólo el
conoce este lugar.»
Era letra de niño
y campesinos quienes la leyeron.
Ha pasado año y medio desde entonces.
Desde que hallaron, muerto de hambre, un perro.

Bertolt Brecht

(Eugen Berthold Friedrich Brecht; Augsburg, 1898 - Berlín oriental, 1956) Escritor alemán. Además de ser uno de los dramaturgos más destacados e innovadores del siglo XX, cuyas obras buscan siempre la reflexión del espectador, trató también de fomentar el activismo político con las letras de sus lieder, a los que Kurt Weill puso la música.

Comenzó en Múnich sus estudios de Literatura y Filosofía en 1917, a los que añadiría posteriormente los de Medicina. Durante la I Primera Guerra Mundial comenzó a escribir y publicar sus obras. Desde 1920 frecuentó el mundo artístico de Múnich y trabajó como dramaturgo y director de escena. En este entorno conoció a F. Wedekind, K. Valentin y L. Feuchtwanger, con quienes mantuvo siempre un estrecho contacto. En 1924 se trasladó a Berlín, donde trabajó como dramaturgo a las órdenes de Max Reinhardt en el Deutsches Theater; posteriormente colaboró también en obras de carácter colectivo junto con Elisabeth Hauptmann, Erwin Piscator, Kurt Weill, Hans Eisler y Slatan Dudow, y trabó relaciones con el pintor Georg Grosz.


Bertolt Brecht

En 1926 comenzó su dedicación intensiva al marxismo y estableció un estrecho contacto con Karl Korsch y Walter Benjamin. Su Dreigroschenoper (Opera de cuatro cuartos, 1928) obtuvo en 1928 el mayor éxito conocido en la República de Weimar. En ese año 1928 se casó con la actriz Helene Weigel.

Será en 1930 cuando comience a tener más que contactos con el Partido Comunista Alemán. El 28 de febrero de 1933, un día después de la quema del Parlamento alemán, Brecht comenzó su camino hacia el exilio en Svendborg (Dinamarca). Tras una breve temporada en Austria, Suiza y Francia, marchó a Dinamarca, donde se estableció con su mujer y dos colaboradoras, Margarethe Steffin y Ruth Berlau. En 1935 viajó a Moscú, Nueva York y París, donde intervino en el Congreso de Escritores Antifascistas, suscitando una fuerte polémica.
En 1939, temiendo la ocupación alemana, se marchó a Suecia; en 1940, a Finlandia, país del que tuvo que escapar ante la llegada de los nazis; y en 1941, a través de la Unión Soviética (vía Vladivostok), a Santa Monica, en los Estados Unidos, donde permaneció aislado seis años, viviendo de guiones para Hollywood. En 1947 se llevó a la pantalla GalileoGalilei, con muy poco éxito. A raíz del estreno de esta película, el Comité de Actividades Antinorteamericanas le consideró elemento sospechoso y tuvo que marchar a Berlín Este (1948), donde organizó primero el Deutsches Theater y, posteriormente, el Theater am Schiffbauerdamm. Antes había pasado por Suiza, donde colaboró con M. Frisch y G. Weisenborn.
En Berlín, junto con su esposa Helene Weigel, fundó en 1949 el conocido Berliner Ensemble, y se dedicó exclusivamente al teatro. Aunque siempre observó con escepticismo y duras críticas el proceso de restauración política de la República Federal, tuvo también serios conflictos con la cúpula política de la República Democrática.
Brecht es sin duda uno de los dramaturgos más destacados del siglo XX, además de uno de los líricos más prestigiosos. Aparte de estas dos facetas, cabe destacar también su prosa breve de carácter didáctico y dialéctico. La base de toda su producción es, ya desde los tiempos de Múnich, una posición antiburguesa, una crítica a las formas de vida, la ideología y la concepción artística de la burguesía, poniendo de relieve al mismo tiempo la necesidad humana de felicidad como base para la vida.

Con su dedicación al marxismo, esta postura se hizo mucho más radical y pasó de hacer referencia a un individuo aislado a enmarcarse en el ámbito del conjunto de la sociedad: el individuo autónomo aniquilado por el capitalismo (Mann ist Mann, El hombre es el hombre, 1924/25) consigue nuevas cualidades dentro del colectivo. Con el personaje que da título a su drama Baal (1922), Brecht creó un tipo que aparece a lo largo de toda su producción en diversas variaciones (Schweyk im Zweiten Weltkrieg, Schweyk en la Segunda Guerra Mundial, 1943) y que se expresa de manera mucho más radical en los fragmentos Untergang des Egoisten Johann Fatzer (El ocaso del egoísta Johann Fatzer, 1927/30) y Die Reisen des Glücksgotts (Los viajes del dios de la suerte, 1941).

La posición opuesta la representan las figuras maternales junto con el colectivo revolucionario y los dialécticos (Geschichten von Herrn Keuner, Historias del señor Keuner, 1930). El desarrollo literario de Brecht, que en su lírica pasa desde un acercamiento crítico a la "Neue Sachlichkeit" hasta formas de resistencia colectiva (Lieder-Gedichte-Chöre, Canciones-Poemas-Coros, 1934), está influido por la Biblia de Lutero, la obra de Shakespeare y la Antigüedad Clásica, así como por el teatro asiático y la filosofía china.

Brecht entiende la filosofía como la doctrina del buen comportamiento, una categoría que resulta fundamental en su obra. En este sentido entiende sus textos como intentos progresivos de provocar asombro, reflexión, reproducción y cambios de actitud y de comportamiento en el espectador. Para ello utiliza el conocido "efecto de distanciamiento" ("Verfremdungseffekt"), que no debe ser entendido sólo como una técnica estética, sino como "una medida social". Sus intentos dramáticos más radicales de carácter pedagógico y político son Lindberghflug (El vuelo de Lindbergh, 1929), Das Badener Lehrstück und der Neinsager (La parábola de Baden y el que decía que no, 1930), Die Maßnahme, (La medida, 1930), Die Ausnahme und die Regel (La excepción y la regla, 1930) y Die Horatier und die Kuratier (Los horacianos y los curacianos, 1934); en todos ellos se pone de relieve una fuerte separación entre escenario y espectador.

Con la llegada del nacionalsocialismo todos estos intentos revolucionarios perdieron sus presupuestos sociales. En el exilio, Brecht escribió sin publicarlas algunas de sus piezas más conocidas: Leben des Galilei (Vida de Galileo Galilei, que apareció en 3 versiones: una danesa de 1938-39, otra americana de 1945-46, y la tercera, berlinesa, de 1953-55), Mutter Courage und ihre Kinder (Madre Coraje y sus hijos, 1939), Der gute Mensch von Sezuan (El hombre bueno de Sezuan, 1943), Herr Puntila und sein Knecht Matti (El señor Puntila y su criado Matti, 1940), aparte de escritos teóricos sobre teatro (Der Messingkauf, La compra de latón, 1939/40) y algunos apuntes para unas novelas (Tui-Roman, Novela de Tui, 1930/42; Die Geschäfte des Herrn Julius Caesar, Los negocios del señor Julio César, 1938/39). Con sus análisis sobre el fascismo y los Svendborger Gedichte (Poemas de Svendborg, 1939) tomó parte activa en la lucha antifascista.

Condicionado por la situación social, tras 1945 trabajó sólo en obras de carácter didáctico, olvidando sus experimentos de los primeros años. Tal vez esto fue lo que le convirtió en un clásico hasta el punto de que el teatro actual (tanto en la antigua RDA como en la antigua RFA) sería impensable sin él.

domingo, 30 de marzo de 2014

¿Qué es el Fascismo?

El fascismo es una ideología y un movimiento político que surgió en la Europa de entreguerras (1918-1939) creado por Benito Mussolini. El término proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), y éste a su vez del latín fasces (plural de fascis).
El proyecto político del fascismo es instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista,mientras su base intelectual plantea la sumisión de la razón a la voluntad y la acción, aplicando un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas o revanchistas que conducen a la violencia ya sea de las masas adoctrinadas o de las corporaciones de seguridad del régimen contra los que el Estado define como enemigos por medio de un eficaz aparato de propaganda, aunado a un componente social interclasista, y una negación a ubicarse en el espectro político (izquierdas o derechas), lo que no impide que habitualmente diferentes enfoques ideológicos proporcionen diferentes visiones del fascismo. Los ejemplos más comunes, se dan en la historiografía, la politología y otras ciencias sociales de orientación marxista, al ubicar al fascismo en la extrema derecha, vinculándolo con la plutocracia, e identificándolo algunas veces como una variante del capitalismo de Estado, o bien de orientación liberal, identificándolo como una variante chovinista del socialismo de Estado
El concepto de «régimen fascista» puede aplicarse a algunos regímenes políticos totalitarios o autoritarios[6] de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que se impusieron por las potencias del Eje durante su ocupación del continente durante la Segunda Guerra Mundial.
De un modo destacado y en primer lugar a la Italia fascista de Benito Mussolini, (1922) que inaugura el modelo y acuña el término; seguida por la Alemania del III Reich de Adolf Hitler (1933) que lo lleva a sus últimas consecuencias; y, cerrando el ciclo, la España Nacional de Francisco Franco que se prolonga mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo (desde 1936 hasta 1975). Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada uno de estos regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania nazi o nacional-socialismo añade un importante componente racista, que sólo es adoptado en un segundo momento y con mucho menor fundamento por el fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes. Para muchos de estos el componente religioso (católico u ortodoxo según el caso) fue mucho más esencial, tanto que Trevor-Roper ha podido definir el término fascismo clerical (entre los que estaría el nacionalcatolicismo español).[7]
Puede considerarse que el fascismo italiano es un totalitarismo centrado en el Estado:
El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo.
Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.
Mussolini[8]
Mientras que el nazismo alemán está centrado en la raza identificada con el pueblo (Volk) o Volksgemeinschaft (interpretable como comunidad del pueblo o comunidad de raza, o incluso como expresión del apoyo popular al Partido y al Estado):
Ein Volk, ein Reich, ein Führer! «¡Un Pueblo, un Imperio, un Guía!»
También se pueden encontrar elementos del fascismo fuera del período de entreguerras, tanto antes como después. Un claro precedente del fascismo fue la organización Action Française (Acción Francesa, 1898), cuyo principal líder fue Charles Maurras; contaba con un ala juvenil violenta llamada los Camelots du Roi y se sustentaba en una ideología ultranacionalista, reaccionaria, fundamentalista católica (aunque Maurras era agnóstico) y antisemita. Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial reaparecieron movimientos políticos minoritarios, en la mayor parte de los casos marginales (denominados neofascistas o neonazis), que reproducen idénticos o similares planteamientos, o que mimetizan su estética y su retórica; a pesar de (o precisamente como reacción a) la intensa demonización a que se sometió a la ideología y a los regímenes fascistas, considerados principales responsables de la guerra que condujo a algunos de los mayores desastres humanos de la historia. En muchos países hay legislaciones que prohíben o limitan su existencia, sus actuaciones (especialmente el denominado delito de odio), su propaganda (especialmente el negacionismo del Holocausto) o la exhibición de sus símbolos.












lunes, 24 de marzo de 2014

Diane Arbus

Diane Nemerov nace en el seno de una adinerada familia judía de Nueva York. Es hermana del poeta Howard Nemerov. A los 14 años comienza su relación con Allan Arbus, con quien se casa cumplidos los 18 años.
En los años cuarenta, el matrimonio se dedica a la fotografía de modas en revistas como Esquire, Vogue y Harper’s Bazaar. De 1955 a 1957, Diane Arbus toma clases con la fotógrafa austríaca Lisette Model, quien ejerce una gran influencia. En esa época, también, se divorcia de Allan.
La década del sesenta fue la más productiva. Recorre los peligrosos barrios de Nueva York para seleccionar a los personajes que retrata, entre los que se encuentran enanos, nudistas y prostitutas. En 1967 realiza la exposición «New Documents», que la da a conocer al público mayoritario. Continúa trabajando para revistas importantes retratando a celebridades como Norman Mailer, Mae West y Jorge Luis Borges.
En 1971, después de una larga depresión, Diane Arbus se suicida. Un año más tarde su trabajo es seleccionado para participar en la Bienal de Venecia, siendo la primera fotógrafa estadounidense en ser seleccionada, y el MoMA de Nueva York organiza su primera gran retrospectiva.
Su obra
Influenciada por Model y la película Freaks (La parada de los monstruos o Fenómenos, en castellano) de Tod Browning, Diane Arbus eligió a personas marginales para sus fotografías: gemelos, enfermos mentales, gigantes, familias disfuncionales, fenómenos de circo, etc. Los personajes miraban directamente a la cámara, lo que hace que el flash revele sus defectos. Su intención era producir en el espectador "temor y vergüenza". Fue pionera del flash de relleno (flash de día). La fotografía de Diane representa lo normal como monstruoso: cuando fotografía el dolor, lo encuentra en personas normales. Provoca que la gente presuntamente normal aparezca como anormal. Rompe la composición, sitúa al personaje en el centro. Su mirada siempre es directa, con tensión y fuerza.
Para ella no existe el momento decisivo, trabaja en continuo espacio temporal y obliga a los retratados a que sean conscientes de que están siendo retratados.

Busca una mirada nueva, pasando del tedio a la fascinación.



Real Madrid-Barcelona

Toda las cronicas periodistas hacen un pequeño resumen del partido en el que ganó el Barca 3-4, luego aparte de esto tambien tiene su opinion personal, cada uno tiene la  suya luego tambien ponen algunos titulos para que sepas de que van las entradas la mas acertada seria la de el pais Messi se niega a claudicar es la que mas parece una cronica pero las demas estan bien.

jueves, 20 de marzo de 2014

Ernst Jünger

Ernst Jünger (Heidelberg, 29 de marzo de 1895 – Riedlingen, 17 de febrero de 1998) fue un escritor, filósofo, novelista e historiador alemán. Era hijo del doctor Ernst George Jünger, profesor de química, y Lily Karoline
El escritor Ernst Jünger reflejó su paso por la Primera Guerra Mundial en el diario que llevó entre 1914 y 1918 y que ahora se edita en español. Gabriel Albiac traza la génesis de uno de los filósofos capitales del siglo XX


Philip Caputo

Philip Caputo (nacido el 10 de junio 1941) es un escritor y periodista estadounidense. Él es mejor conocido por el rumor de la guerra , un libro de memorias de mayor venta de sus experiencias durante la guerra de Vietnam . Caputo ha escrito 15 libros, incluyendo dos libros de memorias, cinco libros de no ficción en general, y ocho novelas. Su último, el libro de viajes de no ficción / aventura El camino más largo: Overland En busca de América desde Cayo Hueso hasta el Océano Ártico , fue publicado en julio de 2013 por Henry Holt .
Philip Caputo nació en Westchester, Illinois y asistió a la Escuela Secundaria Fenwick y la Universidad Loyola de Chicago . Desde 1965-1966 Caputo sirve en la República de Vietnam (RVN) como teniente de infantería (comandante de pelotón) en el Cuerpo de Marines de Estados Unidos . Caputo sirvió en combate y ganó varias medallas y premios al término de su período de servicio.
Después de servir tres años en el Cuerpo, Caputo comenzó una carrera en el periodismo, de unirse al personal del Chicago Tribune en 1968. En 1973, Caputo fue parte de un equipo de redacción que ganó el Premio Pulitzer por informar sobre el fraude electoral en Chicago. Durante los siguientes cinco años, fue corresponsal en el extranjero para el Tribune. Se cubrió la caída de Saigón en 1975, y sirvió en Italia, la Unión Soviética y el Medio Oriente. [ Él fue herido de bala en los pies por un miliciano con un AK-47 durante la batalla de los hoteles en el Líbano en 1975

miércoles, 19 de marzo de 2014

Historia negra, atrocidades y mundo actual

Los golpes llego a llegar a las casas, si ya estaba en las calles también estaba ya en las casas, cosa que entre familia no debería ni pasar.
Las grandes matanzas del siglo XX han suscitado un enorme volumen de publicaciones en las que se relatan historias individuales, en su inmensa mayoría las de las víctimas y los supervivientes.
En 2009 se celebró en la capital de Camboya un proceso al régimen de los jimeres rojos por los crímenes cometidos durante su periodo en el poder.
Stalin fue expeditivo reescribiendo la historia. Trotski fue literalmente borrado en fotografía de la nueva iconografía revolucionaria.Ocultar, agigantar, aliñar el pasado a conveniencia del poder es una tentacion de hondas raíces históricas.
Historia y memoria comparten influyentes enemigos.








Vladimir Putin

Vladímir Vladímirovich Putin (ruso: Владимир Владимирович Путин) Acerca de este sonido pronunciación (?·i) (Leningrado, Unión Soviética, 7 de octubre de 1952) es un abogado y político que actualmente ocupa la presidencia de Rusia, que ya había ejercido anteriormente por dos mandatos consecutivos (2000-2004 y 2004-2008), lo que lo convierte en el que más tiempo ha estado en ese cargo desde la caída de la URSS. Encabezó el Gobierno de su país bajo Borís Yeltsin y Dmitri Medvédev, así como Rusia Unida, partido del cual, sin embargo, no es miembro. También es, desde el 27 de mayo de 2008, presidente del Consejo de Ministros de la Unión de Rusia y Bielorrusia.1 Proveniente de una familia de origen humilde,2 Putin se graduó con honores de la carrera de Derecho en la Universidad Estatal de Leningrado, tras lo cual ingresó en el servicio de espionaje del KGB y fue destinado como agente en Dresde (Alemania Oriental). Después de la caída del Muro de Berlín, regresó a Leningrado (actualmente San Petersburgo), donde fue ayudante del rector de su alma máter, pasando, en 1990, a convertirse en asesor de Anatoly Sobchak, entonces presidente de la Diputación de Leningrado. Luego del triunfo de este en las elecciones para la alcaldía, pasó a ser jefe del Comité de Relaciones Exteriores del ayuntamiento y vicealcalde. En 1996, después de la derrota de Sobchak en los comicios de turno, Putin se trasladó a Moscú con un puesto en la administración del presidente Borís Yeltsin. A partir de entonces, Putin ascendió rápidamente como funcionario: en 1998 fue nombrado director del Servicio Federal de Seguridad (sucesor del KGB), puesto que a partir de marzo del año siguiente simultanea con el de secretario del Consejo de Seguridad Nacional. En agosto encabezó el Gobierno y lanzó la segunda guerra chechena, lo que acabó de convertirlo en uno de los políticos más populares de Rusia. Cuando Yeltsin anunció su dimisión el 31 de diciembre de 1999, Putin, de acuerdo con la Constitución rusa, se convirtió en presidente interino.3 Ganó las elecciones presidenciales del 26 de marzo de 20004 y fue reelegido en 2004.5 Durante la gestión de Putin hubo altos índices de crecimiento económico, con un incremento del 72% en el PIB6 y una sustancial disminución de la pobreza.7 8 9 Su gobierno gozó de amplio apoyo popular y fue reelegido con el 71,31% de los votos.10 En 2008, no pudiendo presentarse a un tercer mandato por no permitirlo la Constitución, Putin impuso la candidatura del entonces viceprimer ministro Dmitri Medvédev11 en las presidenciales de 2008, que este ganó. Putin se convirtió entonces en primer ministro.12 Cuenta con un gobierno ampliamente aceptado por los ciudadanos rusos, aunque ha sido criticado por diferentes medios por supuestas violaciones de Derechos Humanos que hubo en Rusia durante sus dos primeros mandatos, las reformas políticas que habrían significado un retroceso en las conquistas democráticas rusas, como el fin de las elecciones por voto universal y directo de los presidentes de las repúblicas de la Federación Rusa, aunque no se opuso a que el presidente Dmitri Medvédev impulsara una ley, a principios de 2012, por la que se vuelve a las elecciones directas de algunos cargos13 , y por sus declaraciones en ciertos acontecimientos como el hundimiento del submarino Kursk el 12 de agosto del 2000 , la tragedia en el Teatro Dubrovka por terroristas islámicos chechenos , la masacre de la escuela de Beslán y el asesinato de la periodista Ana Politkóvskaya. Se le ha acusado de utilizar selectivamente la justicia para disuadir adversarios, como en el caso del magnate petrolero Mijaíl Jodorkovski,14 y de haber impuesto el control sobre la televisión, cuyos principales canales volvieron a manos del Estado o de empresas cercanas controladas por este. En los comicios de marzo de 2012 fue elegido nuevamente presidente (63,60% de los votos), aunque hubo acusaciones de fraude por parte de la oposición.





Comentarios en Ingles

The English language is an insular Germanic language that arose in the Anglo-Saxon kingdoms of England and spread to the north in what would become the southeastern Scotland under the influence of the Kingdom of Northumbria

martes, 18 de marzo de 2014

Fran Zabaleta

Fran Zabaleta (Vigo, 1964) es licenciado en Geografía e Historia. Siempre ha trabajado en cosas relacionadas con los libros: profesor, guionista de documentales, columnista, dependiente de librería, redactor, adaptador de textos literarios, corrector, autor y editor de texto… Pero, sobre todo, lee y escribe, que es lo que realmente le gusta. Actualmente está preparando su segunda novela, escrita esta vez en solitario, sobre la vida de un bandolero en la Galicia arrasada por las guerras civiles de principios del siglo XII.
Es licenciado en Geografía e Historia y prepara su segunda novela.
La cruz de ceniza
Fran Zabaleta, Luis Astorga

Galicia, primavera de 1536. Tras una noche de tormenta, a la playa que baña los pies de la perdida abadía de Santa María de Oia arriban dos náufragos, un antiguo fraile y un chiquillo.

El fraile es Baltasar Sachs, ex monje del Cister y hereje anabaptista, un hombre acuciado por el deseo de Dios que, como muchos de sus contemporáneos, se siente traicionado por una iglesia que predica la justicia y vive enfangada en el oropel.

El chiquillo, Jean, es hijo de la condesa Françoise de Foix y, se rumorea, del que fue su amante durante muchos años, el rey Francisco I de Francia. Jean es buscado con ahínco por agentes de las principales cortes europeas.

La novela cuenta las andanzas de Baltasar y de Jean, involuntarias marionetas de los poderosos, a través de una Europa arrasada por las guerras de religión.

El emperador Carlos V, Francisco I de Francia, Garcilaso de la Vega, Lutero..., son algunos de los personajes que desfilan por las páginas de una novela que narra una historia inolvidable en el marco de unos hechos históricos sorprendentes.

Literatura historica

La historia que se enseña

El segundo proceso de institucionalización ha tenido que ver con el sistema educativo. La enseñanza universitaria quedó casi completamente en manos de los historiadores antiacadémicos, y en los demás niveles la historia se enseña en general siguiendo sus libros y manuales. En los setenta los profesores más innovativos utilizaban la introducción a la historia económica de Tirado Mejía. En los ochenta pueden usar manuales de primaria y bachillerato que tratan de incorporar los hallazgos y puntos de vista nuevos: algunos, como el de Mora y Peña, o el de Salomón Kalmanovitz, el primero de los historiadores prestigiosos en realizar el sueño de que lo lean hasta los niños, son síntesis competentes y algo frías de la historia económica y social escrita en los últimos años. Otros, como el de Rodolfo de Roux, trató de ofrecer, al lado de un contenido novedoso, un enfoque metodológico y gráfico igualmente revolucionario. Aunque el libro tiene muchos defectos, no son los que algunos periodistas le atribuyeron y es, con los de Mora y Kalmanovitz, uno de los textos escolares más aceptables producido hasta hoy (5). Obras de síntesis e interpretación dirigidas al público universitario han sido más escasas, y la única realmente importante ha sido la del mismo Salomón Kalmanovitz, Economía y Nación. Lo de Javier Ocampo resultó demasiado rutinario(6).

Quizás habría que considerar como parte de la producción histórica para la enseñanza algunos tipos de obras muy diferentes: los trabajos orientados hacia los niños, que tuvieron un nacimiento muy maduro con la serie de libros sobre las culturas indígenas prehispánicas publicados por el Museo del Oro; la historia dibujada, a la manera de las tiras cómicas, ensayada en la década anterior en algunos trabajos orientados a grupos obreros y campesinos y que tiene un magnífico ejemplo en la Historia de Cartagena de Javier Covo y por último, otro ingreso en las tecnologías alternativas, las «historias» en video. La primera fue preparada por Carlos Ronderos, con el nombre de Protagonistas: entrevistas con personas que recordaban los últimos cincuenta años de la vida nacional, acompañadas de trozos de documentales de la época. Aunque indudablemente útil, no alcanzaba a integrar en forma satisfactoria el video y la narración. Una nueva versión, más eficaz, fue elaborada por el mismo Ronderos y Álvaro Tirado Mejía, con el nombre de Colombia 1944-1986: Violencia y Amnistía (7).

La enseñanza universitaria, y sobre todo la dedicada específicamente a formar historiadores, se consolidó mucho en estos años, después de la larga y en cierto modo improductiva crisis de los setenta. Tras la generación formada en los sesenta (Colmenares, Tirado, Hermes Tovar, Margarita González, Marco Palacios) la mayoría de los historiadores que se han consagrado posteriormente -Gonzalo Sánchez, Mauricio Archila, José Antonio Ocampo- se formaron ante todo en el exterior y en la práctica docente, y generalmente estudiaron disciplinas diferentes a la historia. Las carreras de historia en el país no han resultado tan formativas como podría esperarse, probablemente porque reclutaron un estudiantado culturalmente limitado, porque se orientaron en forma demasiado especializada y porque el clima de trabajo e investigación se encontraba alterado en exceso. Sin embargo, parece estarse presentando un claro cambio, y en los últimos tres o cuatro años han aparecido jóvenes historiadores de una calidad sorprendente, con trabajos sólidos, bien escritos e innovadores.



La historia que se escribe

El trabajo de los historiadores ha continuado, en general, orientado en buena parte hacia la historia económica y social, aunque ya, afortunadamente, el interés por otras áreas ha aumentado. En el terreno económico, la obra más notable ha sido la de José Antonio Ocampo, autor de un libro ambicioso y sólido. Quizás el más serio aporte a la historia colonial fue la obra de Hermes Tovar sobre haciendas en el siglo XVIII. Muy poco se ha hecho acerca del siglo XIX: hay que destacar el notable artículo de Malcolm Deas sobre problemas fiscales. En realidad, la mayoría de los estudios se han orientado al siglo XX: Jesús Antonio Bejarano hizo una historia sobre la SAC, menos cuidadosa que sus otros libros, Fernando Botero publicó un libro, no muy grueso, sobre la industrialización en Antioquia, Bernardo Tovar Zambrano analizó el fortalecimiento del estado en las primeras décadas del siglo y Alfonso Patiño Roselli intentó reconstruir el ambiente de finales de la década del veinte. También merecen mención la historia de la regionalización de Sandro Sideri y la de la energía de René de la Pedraja. La historia bancaria ha avanzado bastante, con obras como la de Mauricio Avella sobre pensamiento y política monetarios y los estudios de María Mercedes Botero sobre los bancos antioqueños (8).

A caballo entre la historia social y la económica se encuentran los estudios sobre las élites empresariales, que han producido algunos resultados destacables: Alberto Mayor escribió un ambicioso estudio de la Escuela de Minas y la élite empresarial antioqueña, que entremezcla notables hallazgos y una excelente investigación con teorías y procedimientos sociológicos no muy seguros; Fernando Molina publicó un documentado estudio sobre Coriolano Amador; Héctor Mejía hizo una entretenida biografía de don Gonzalo Mejía; Ernesto Ramírez, con base en los archivos familiares, reconstruyó la actividad empresarial de Pedro Nel Ospina y su grupo familiar y Emilio Arenas hizo algo similar, con menos marco teórico, con los Puyana de Bucaramanga. Carlos Dávila trató de analizar globalmente los grupos empresariales, pero a pesar de su esfuerzo se advierte que la tarea es aún prematura: falta todavía mucho estudio particular (9).

En los aspectos sociales la obra que se perfila como más significativa es la de Mauricio Archila, sobre historia de la clase obrera: es extraordinariamente cuidadosa, sensible a los matices, y se apoya en fuentes muy novedosas, con amplio uso de los testimonios orales. También en esta área la historia colonial ha quedado en segundo plano: una buena búsqueda documental permitió a Mario Aguilera Peña romper la rutina con relación a la historia de los comuneros y situar socialmente a los principales capitanes de la revuelta; el libro, infortunadamente, tiene una escritura muy descuidada. Ann Twinam es la autora de un libro bien documentado y cuidadoso acerca de las élites empresariales antioqueñas a finales del siglo XVIII (10). Sobre la independencia hay cuatro estudios importantes, felizmente publicados en forma conjunta: uno de José Escorcia sobre la formación de las clases sociales en esa época, otro de Zamira Díaz sobre fuerza de trabajo en el Cauca, otro de Germán Colmenares sobre las formas de poblamiento y uno sobre clientelismo y guerrilla en el Patía de Francisco Zuluaga (11). Con respecto al siglo XIX, algunas de las contribuciones más interesantes fueron las de Marco Palacios, en su artículo sobre la fragmentación regional de las clases dirigentes y las de Zamira Díaz y José Escorcia, en sus libros sobre la región del Valle del Cauca. Y una extranjera, Catherine Legrand, colonizó un territorio realmente virgen con su estudio de baldíos y conflictos sociales entre 1870 y 1930, tema que de alguna manera recibe continuidad con el libro de Darío Fajardo sobre haciendas, campesinos y políticas agrarias en este siglo. La historia de los grupos indígenas -la etnohistoria- vio dos o tres publicaciones notables, como los estudios de los indios del Caquetá y las caucheras de Roberto Pineda Camacho y los artículos sobre los Paez de Joanne Rappaport (12). El estudio de la familia, el niño y la mujer apenas comienza, y es suficiente reseñar los artículos de Magdala Velázquez, acerca de los derechos femeninos y Patricia Londoño, sobre la mujer santafereña del siglo pasado. Muestra del creciente interés por la vida material son los libros sobre historia de la alimentación y la comida de Víctor Manuel Patiño y Aída Martínez (13).

La historia política, sobre cuyo abandono se quejaba hace diez años el autor de esta nota, parece estar finalmente despegando. El estudio de la violencia ha sido un campo favorito, en el que se destacan las contribuciones de Gonzalo Sánchez y Carlos Miguel Ortiz. Pero hubo algunos estudios monográficos significativos sobre el siglo XX, como el libro de Álvaro Tirado -y este libro fue el que inició en el país los estudios de historia política a un nivel similar al que ya se había impuesto en la historia económica y social- sobre el primer gobierno de López Pumarejo, los estudios de Gaitán de Harold Braun y Robert Sharpless y la historia del Partido Comunista de Medófilo Medina, a pesar de que trata algunos incidentes con guantes de seda (14). En relación a la independencia se publicaron dos trabajos novedosos, ambos relativos a aspectos de historia diplomática: Margarita González estudió los proyectos «cubanos» de Bolívar, mientras Juan Diego Jaramillo analizaba las actitudes diplomáticas inglesas hacia el Libertador y sus repúblicas. Sobre el siglo pasado hay algunas contribuciones valiosas, como la biografía de los primeros años de José María Obando de Francisco Zuluaga, la historia del federalismo en Antioquia de Luis Javier Ortiz y el estudio, muy sugerente, de Malcolm Deas sobre la presencia de la política en la vida local y «pueblerina»; es también sugerente el artículo de Marco Palacios sobre la percepción de la política nacional por parte de los enviados diplomáticos británicos. Una biografía aceptable de Román Gómez, por Luis Duque Gómez, da luz sobre un cacique regional de comienzos de siglo, pero resulta algo decepcionante al no estudiar las formas de actividad política local. Igualmente decepcionantes son los resultados de otro ambicioso proyecto de investigación, sobre los procesos de «constitución de la nación colombiana» de María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez: se llega a comprobaciones que reiteran mucho de lo ya conocido, insertas en un sistema conceptual discutible (15). Las celebraciones del centenario de la Constitución no produjeron lo esperado: del inmenso esfuerzo financiero del Banco de la República quedaron -además de vastas recopilaciones documentales- unas biografías regulares (importantes a veces por ofrecer luz sobre personajes de una medianía abrumadora) de los constituyentes. Más sugestivos y originales fueron los estudios de Hernando Valencia Villa y Ligia Galvis sobre la Carta Constitucional. José Fernando Ocampo inició un estudio global de la política en el siglo XX, gastando excesiva pólvora en polémicas mal planteadas. El libro de Christopher Abel sobre los partidos políticos, muy bien documentado, resultó algo tardío: publicado diez años después de su escritura, los trabajos sobre López y Gaitán, y los estudios sobre la iglesia, como el de Ana María Bidegain de Uran, le quitaron novedad (16).

Dos contribuciones extranjeras merecen párrafo aparte: el libro de Charles Bergquist sobre los obreros latinoamericanos, en el que esboza una tesis muy radical sobre Colombia: la de que la verdadera clase obrera del país es el campesinado cafetero, y que éste en cierto modo realizó una revolución exitosa en los veinte y en los treinta, que le permitió consolidar una economía de pequeña propiedad. Excesiva la tesis, pero sugestiva en cuanto permite ver algunos de los factores que explican el conservatismo de fondo de la sociedad colombiana. Mucho más complejo, un verdadero «tour de force», es el libro de Daniel Pecaut sobre la evolución política entre 1930 y los cincuenta. No vale la pena tratar de sintetizar sus argumentos, muy complejos, en este artículo: será durante muchos años el libro central para la discusión de la historia política reciente (17).

Muchos de los estudios mencionados antes cubren un ámbito regional. Los historiadores universitarios de Antioquia, Caldas, Cali, Bucaramanga, etc., han tratado de impulsar el conocimiento de sus regiones, y el resultado de esto es evidente, sobre todo en Antioquia y el Valle, donde los esfuerzos son más sistemáticos y se apoyan en las universidades locales. Fuera de estas áreas, ha sido la Costa Atlántica la región que ha servido de tema a los mejores libros, como la historia de Barranquilla de Eduardo Posada Carbó -aunque apenas un abrebocas, pues es demasiado suscinta-, la de Cartagena, en cuatro volúmenes, de Eduardo Lemaitre, con una calidad literaria indiscutible y un enfoque histórico algo convencional y ante todo la Historia doble de la Costa, de Orlando Fals Borda, que ha recibido muchas críticas -merecidas en mi opinión- por su singular presentación formal, y que cae con frecuencia en cierto romanticismo populista, pero que ha transformado la imagen del pasado de la región en una escala difícil de apreciar: en este sentido, es quizá la obra más revolucionaria publicada en toda la década. Otras regiones sobre las cuales se publicaron estudios globales serios fueron Santander, con el libro de David Johnson, y el viejo Caldas, con el trabajo de Keith Christie. Las historias locales no han sido tan afortunadas, y sólo parecen memorables la historia de Ambalema de Jesús Antonio Bejarano y Orlando Pulido y el chismoso artículo sobre Medellín de Constantine Payne, aunque deben mencionarse las historias de los barrios promovidas por sendos concursos en Cali y Medellín (18).

Por último, dentro de esta división temática convencional, el área más descuidada de todas: la historia de la cultura. Sólo un libro intentó ofrecer la historia global de las mentalidades, las formas de pensamiento de un período: el de Carlos Uribe Celis sobre los años veinte. Obra pionera en muchos sentidos, resultó apenas un esbozo, una primera aproximación descriptiva, sin un hilo conductor claro. En el extremo opuesto, y sobre los mismos años, Germán Colmenares hizo un libro brillante sobre la política vista a través de las caricaturas de Ricardo Rendón; a pesar de la alusión del título, el autor no intentó decir mucho sobre la opinión pública de la época y se limitó, en este sentido, a sugerir y plantear el problema (19).

Una rama de la historia cultural que ha visto proyectos ambiciosos y resultados discutibles ha sido la historia de la educación. Otro de esos proyectos con muchos recursos, mucho asistente y mucho documento -y quizás habría que formular, a la luz de este tipo de proyectos, una nueva ley sociológica, que diga que mientras más asistentes tenga un proyecto de investigación histórica más pobres serán los resultados- ha sido el de historia de las «prácticas pedagógicas» realizado conjuntamente por cuatro universidades. Se han publicado varios libros, de Olga Lucía Zuluaga de Echeverri, Alberto Martínez Boom, Alberto Echeverri, Humberto Quiceno y Renán Silva. En general son trabajos que cubren aceptablemente su tema, pero en lo que, dados los ambiciosos planteamientos metodológicos, se esperaría realmente algo nuevo, y resulta que, fuera de algunos esguinces verbales, son libros convencionales, con excepción de los de Renán Silva. En efecto, los libros de este historiador -que estuvo vinculado al proyecto sólo en sus fases iniciales- tienen una serie de insólitas virtudes, como el cuidadoso seguimiento del documento, la capacidad de rehuir todo anacronismo, la búsqueda de todos los sentidos posibles de un texto, la habilidad para ver cosas nuevas. Un libro de muy buen nivel es el de Aline Helg, una historia de la educación que tiene la novedad de tratar de reconstruir las grandes diferencias regionales y los aspectos cotidianos de la práctica docente, entre los elementos más normales de estos estudios: el análisis de la legislación, los programas de estudio y las estadísticas escolares, que, por lo demás, están igualmente bien hechos (20).

También ha comenzado a desarrollarse aceleradamente la historia de la ciencia, en buena parte alrededor de un proyecto colectivo apoyado, como el de Historia de la educación, por Colciencias. Como en éste, los resultados, hasta ahora, han sido muy desiguales: muy sólidos en historia de la medicina, con las contribuciones de Emilio Quevedo y Néstor Miranda, apenas aceptables o incluso débiles en otras áreas. Muy prometedor parece el grupo de historiadores de la ciencia orientado por Luis Alfonso Palau, quien escribió un excelente artículo sobre Caldas; lo publicado hasta ahora es muy poco (21).

Y para concluir, la historia y el análisis del oficio: Bernardo Tovar publicó un análisis detallado de la historiografía colombiana relativa a la colonia, mientras que Germán Colmenares hizo un denso librito sobre los principales historiadores latinoamericanos del siglo XIX, lleno de sugerencias y ecos de las metodologías de última moda, y Jorge Orlando Melo escribió una reseña de la literatura histórica colombiana durante los siglos XIX y XX. En cuanto al análisis del oficio, es poco lo que se ha hecho. Los historiadores parecen más adeptos a usar las herramientas «teóricas» y a mostrar en la práctica si cortan o no, más que a discutir su filo. Evidentemente, sin teoría la historia es ciega, muda y manca, pero la prueba de las teorías está en la capacidad de dejar ver, y durante muchos años los científicos sociales las usaron ante todo para no ver. Todo esto provocó una resistencia, quizás excesiva, de los historiadores a las discusiones metodológicas y teóricas. En todo caso, algunos modelos teóricos, algunos paradigmas, se discuten: la teoría de la dependencia, la arqueología del saber de estirpe foucaultiana, los conceptos marxistas. En términos de producción teórica, sólo dos trabajos saltan a la vista: uno de William Ramírez Tobón sobre el modo de producción en Marx, y la colección de ensayos de Luis Antonio Restrepo, que gira alrededor de Marx, Foucault y Nietzsche (22).

El anterior inventario muestra cuánto se está trabajando, y evidentemente hay un nivel promedio de alta calidad: la historia es la disciplina social que, fuera de la economía, más se acerca a una situación de producción normal, continua y socialmente acogida. Su función de crítica cultural es muy evidente, y la visión tradicional de la historia ha sido desplazada y reducida a una mínima expresión, a pesar de los esfuerzos de algunos medios de comunicación por sostenerla. Pero esa visión tradicional no ha sido reemplazada, como parecen temerlo los defensores de la tradición heroica o desearlo los partidarios de una historia militante, por una nueva visión, que pueda enseñarse a todos los invitados a la revolución: ha sido reemplazada por una fragmentación de imágenes, por una multiplicidad de perspectivas, de métodos y visiones. No hay una «historia de Colombia», sino un proceso de reflexión y conocimiento, abierto e indeciso.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Cuando Hollywood descubrio los horrores de la guerra



En unos años, el mundo del cine comenzaría a reorientarse hacia el intervencionismo. Algunos cineastas llamaron a la defensa de la España republicana, generando incomodidad en una industria con vocación exportadora. Bloqueo (1938), por ejemplo, terminaba con un monólogo desesperado del personaje protagonista pidiendo ayuda internacional.
Posteriormente, llegarían las primeras muestras de cine antinazi, con Warner Brothers como productora destacada. Algunas obras transcurrirían de nuevo en la Primera Guerra Mundial, ya sin ánimo reconciliador: The fighting 69th (1940) o El sargento York (1940) pretendía justificar una nueva confrontación con Alemania. Los responsables de esta última incluso afrontaron una comisión del Senado, que les investigó por difusión de propaganda probélica. El gran dictador(1940), de Charles Chaplin, también despertó controversias. Pero el ataque japonés a la base norteamericana de Pearl Harbor provocó que el país virase hacia el intervencionismo.
Con el apoyo gubernamental, Hollywood vendió lucha y patriotismo para todos los públicos y en todos los géneros cinematográficos. Los relatos sobre sus costes humanos quedaron en suspenso, y la deriva antibelicista del cine de entreguerras se convirtió en un raro oasis. Las décadas posteriores vendrían marcadas por el anticomunismo, la Guerra Fría y sus ramificaciones en Corea y Vietnam.

)
Cuatro hijos (1928) 
El maestro del western John Ford usó la vida de una familia como símbolo de la Alemania de preguerra, que idealizó y convirtió en un paraíso perdido a causa de sus ambiciones imperialistas. Caracterizó al antiguo enemigo bélico como un pueblo encantador... conducido a la perdición por una élite militar.  
Cuatro hijos apenas pisa durante unos segundos el campo de batalla. Se aleja de lo épico y se acerca a lo sentimental. La curiosidad es que, tras las penurias vividas por los Bernle, el tramo final de la obra se convierte en un elogio de los Estados Unidos como tierra de acogida. 

lunes, 10 de marzo de 2014

ORTOGRAFIA

PALABRAS MAS COMPLICADAS DESDE UN PUNTO DE VISTA ORTOGRAFICO:

Turbulencias.
Apatías.
Alarmante.
Abrumador.
Machaconería.
Vigia.
 Chamartín.
Aplastante.
Desatado.
Consecuencias.
Advirtio.
Hamaca.
Granota.
Demoro.
Batida.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Manifiesto
Cada vez es más evidente que desde hace tiempo hemos entrado de lleno en la era de la comunicación y la información. Con millones de personas a lo largo del mundo conectadas entre si a través de la red, creando contenidos, compartiéndolos, comunicándose entre ellos, la información generada diariamente alcanza volúmenes astronómicos. Y estos contenidos abarcan todos los ámbitos del conocimiento humano, desde recetas de cocina hasta los últimos estudios sobre computación cuántica.
Internet es sin duda la mayor biblioteca creada nunca.
Con estos volúmenes de información, muchas veces resulta imposible realizar un análisis por medio de los métodos tradicionales. Es tan grande que no podemos abstraernos para entender los datos a un nivel superior, quedándonos muchas veces en el detalle o la particularidad, sin que realmente eso contenga la información de mayor valor. Precisamente por esto, muchas veces los resultados acaban condicionados por la subjetividad de la persona que realiza el análisis.
Por este motivo pensamos que debemos apostar por el análisis objetivo de la información, usando los mecanismos que hasta ahora no hemos podido utilizar debido a las limitaciones técnicas que existían para manejar gran cantidad de datos.
En los últimos años muchas personas a lo largo de todo el mundo, han empezado a usar técnicas innovadoras para representar información que antes ni siquiera pensábamos que estuviera ahí. Se trata de la visualización de datos. Es difícil dar una explicación exacta sin que se confunda con visualización clásica, pero podría consistir en “moldear” visualmente por medio de la informática grandes masas de datos buscando patrones y tendencias que nos puedan guiar a entenderlos mejor como conjunto.
Por tanto, muchas veces los resultados sobre el análisis de unos datos o el inicio del propio análisis, está limitado por las capacidades técnicas para utilizar las herramientas que nos permiten poner en practica los métodos antes mencionados.
Nosotros intentaremos tratar todos los niveles en el proceso del análisis de la información a través de la visualización. En todos los aspectos que entendamos que están implicados, desde la generación de la información por parte de los órganos públicos o los propios ciudadanos, la calidad, disponibilidad y difusión de esta información a través de los medios más adecuados, así como los mecanismos para comprobar la veracidad y calidad de los datos, acabando en las herramientas y metodologías disponibles para manejar estos volúmenes de información.

Visualizacion
Tras un tiempo sin actividad en el blog, os traemos una pequeña visualización sobre la conversación acerca de las movilizaciones del 25 de Septiembre en Twitter.

Lo que hemos hecho ha sido capturar y almacenar para su posterior análisis todos los tuits que llevaban el hashtag #25s desde principios de Septiembre hasta hace unos días.

Algunos datos de la cantidad de datos recogidos

Semanas anteriores al 25S-> 04/09/2012 al 25/09/2012
Tuits: 218889
Usuarios: 55222
Movilizaciones-> 25/09/2012 al 29/09/2012
Tuits: 652682
Usuarios: 198600
Todo-> 04/09/2012 al 02/10/2012
Tuits: 898471
Usuarios: 226446

Nuestro análisis nos es demasiado complicado y es una simple muestra de lo que podemos hacer con esta información. Simplemente hemos contado cuantos tuits, retuits, menciones, etc. tiene cada usuario de los que han participado en la conversación. Posteriormente ponemos estos datos en un plano de coordenadas usando estos valores para ver como se distribuyen las cuentas. A continuación podéis ver unos ejemplos:
Conclusion
La conclusión que con nuestro poco conocimiento podemos sacar, es que esto de las SICAV, se trata de un mecanismo más del que disponen las grandes fortunas para hacer un blanqueo legal de dinero. Todos los bancos ofrecen este servicio a través de sus filiales de inversión, y dentro de éstas, un numero muy reducido de personas son las que gestionan toda esta red de sociedades. Como hemos dicho antes, no sabemos quienes son los (mínimo) cien inversores que ponen su dinero para abrir una SICAV. Esto sería lo interesante. Podríamos poner nombre y apellidos a las personas realmente beneficiadas por este “negocio”