lunes, 10 de febrero de 2014

La Alemania Nazi

El atentado del 20 de julio de 1944 fue un intento fallido de asesinar a Adolf Hitler,1 llevado a cabo por un grupo de oficiales de la Wehrmacht (Ejército alemán) organizados por el coronel conde Claus von Stauffenberg como parte de un golpe de estado basado en la denominada Operación Valquiria, un plan operativo de las reservas del ejército a ser puesto en práctica en caso de disturbios civiles o de una sublevación de los millones de esclavos que trabajaban en fábricas alemanas.
Stauffenberg colocó una bomba en una sala de mapas dentro de la Guarida del Lobo, cuartel general de Hitler, donde se encontraba el Führer reunido con sus generales. A pesar de haber estallado la bomba, Hitler solo sufrió heridas leves. Es posible que la muerte de Hitler hubiera terminado con la Segunda Guerra Mundial y salvado a los 10 millones de personas que fallecieron como consecuencia de la guerra entre la fecha del atentado y la capitulación alemana el 8 de mayo de 1945.
Antecedentes[editar · editar código]

El proyecto de derrocar a Adolf Hitler empezó a gestarse de manera difusa y solapada en 1938, por parte de algunos altos oficiales de la Wehrmacht deseosos de evitar una gran guerra a escala europea. Entre estos conspiradores estaban el general Ludwig Beck, antiguo jefe de Estado Mayor, y el mariscal de campo Erwin von Witzleben; sin embargo la indecisión de los generales del ejército Franz Halder y Walther von Brauchitsch impidió ejecutar tales planes, mientras la política de apaciguamiento seguida por Reino Unido y Francia en esos años les desanimaba de realizar un acto concreto contra el régimen nazi.
Tras los resonantes triunfos de la Wehrmacht en las invasiones de Polonia, Noruega, Francia, Bélgica y los Países Bajos, la popularidad de Adolf Hitler aumentó muchísimo entre las masas alemanas y los oficiales de la Wehrmacht no fueron ajenos a tal fenómeno, por lo cual a fines de 1940 se hizo muy difícil reclutar conspiradores decididos a derrocar al régimen triunfante hasta entonces. Los planes se estancaron y los oponentes se dispersaron, a pesar de lo cual los planes no se desecharon a la espera de una nueva oportunidad política.
En 1941, tras el comienzo de la Operación Barbarroja, se forma otro grupo de resistencia dirigido por el coronel Henning von Tresckow, quien trabajaba como parte del Estado Mayor del general Fedor von Bock, su tío. Tresckow pensaba que la guerra contra la Unión Soviética estaba perdida de antemano y que desangraría a Alemania en hombres y recursos, colocándola frente a un abismo como nación. El reclutamiento de opositores era muy difícil. Se hacía con mucha cautela y muy discretamente en las residencias de los cabecillas y fuera de Berlín.


Estado en 2009 de la Guarida del Lobo, lugar de ejecución del atentado
A ello se sumaba el hecho que los destacados triunfos de la Wehrmacht en el frente oriental durante 1941 desanimaron a la mayoría de los oficiales de participar en una conspiración contra Hitler, aun reconociendo el peligro que implicaba para Alemania una guerra contra la Unión Soviética. Desde allí Von Tresckow reclutaba nuevos conspiradores entre la oficialidad germana, pero sus planes no pudieron avanzar mucho debido a los resultados de la Batalla de Moscú en diciembre de 1941, donde el avance alemán fue totalmente detenido por el Ejército Rojo lo cual significó que Hitler le quitara a Fedor von Bock el mando del Grupo de Ejércitos Centro, mientras que el general Walther von Brauchitsch también era relevado del mando de tropas de forma humillante. Tresckow intentó reclutar al general Brauchitsch pero este contestó que no se uniría a ningún grupo disidente; aunque tampoco haría nada por impedir su actuación.
En 1942, Tresckow con ayuda del general Hans Oster logró reclutar en su núcleo de oposición al general Friedrich Olbricht, quien dirigía la oficina principal del ejército en Berlín, controlando allí un sistema de comunicaciones autónomo que unía a las unidades militares de reserva aún estacionadas en territorio de Alemania. A fines de año, Tresckow y Olbricht intentaron asesinar a Hitler con bombas barométricas en dos oportunidades, una en el aeródromo de Smolensk y la otra en Berlín, pero ambos planes fallaron debido al fallo en los artefactos. También buscaron sin éxito unir a su conspiración a los mariscales de campo Erich von Manstein y Gerd von Rundstedt, dos militares veteranos que gozaban de gran prestigio en la Wehrmacht por sus éxitos y conocimientos de táctica en combate, quienes podrían ayudar a un efectivo derrocamiento del régimen nazi y no a un mero asesinato de Hitler y, aunque éstos rehusaron unirse al derrocamiento, no delataron la conspiración.


Las derrotas militares y el retroceso alemán desde 1943 aceleraron los planes de golpe de estado. En la imagen, un soldado soviético ondea una bandera roja tras el triunfo soviético en Stalingrado en febrero de 1943
En 1943, los planes para un golpe de Estado contra el Tercer Reich se vieron favorecidos por el curso tomado por la guerra con la grave derrota de la Batalla de Stalingrado, absolutamente desfavorable para la Alemania nazi, la contraofensiva soviética que culminó en la Batalla de Kursk, y la total derrota germana en África del norte tras la batalla de El Alamein, que propició un ambiente de descontento entre los militares por la dirección de la guerra que hacía Hitler en el frente oriental. A mediados de ese año Tresckow reclutó para la conspiración al coronel Claus von Stauffenberg, herido de guerra en África, quien se mostró dispuesto a realizar personalmente el intento de asesinar a Hitler. Ese año Olbricht sugirió a Tresckow un proyecto de golpe de Estado ya avanzado: la organización estaba basada en un plan aprobado por Hitler en caso de un estado de anarquía.
Había un plan de emergencia militar del Tercer Reich denominado Operación Valkiria, previsto para usar en caso de una revuelta masiva de los obreros extranjeros esclavizados en Alemania o en situación de un grave caos civil en retaguardia debido a los bombardeos aéreos. Dicho plan implicaba la movilización de unidades de la Wehrmacht para restablecer la autoridad y podía usarse según Olbricht para que unidades militares de la reserva tomasen el control de las ciudades arrestando a los líderes nazis, y desarmando a las SS y a la Gestapo tras la muerte de Hitler. Dicho plan debía ser puesto en práctica por el veterano general Friedrich Fromm, jefe de las reservas militares alemanas, y para asegurar el éxito del golpe de Estado era preciso reclutar a Fromm en la conspiración o neutralizarlo en caso necesario, ya que existían dudas acerca de su probable lealtad. Incluso a mediados de 1944 la conspiración obtuvo un nuevo apoyo en el general Karl Heinrich von Stülpnagel, jefe máximo de las guarniciones germanas en Francia, quien ofreció tras la muerte de Hitler tomar el control de París y negociar un armisticio inmediato con las tropas estadounidenses y británicas que avanzaban y con la resistencia francesa. El plan fue aprobado en el círculo de Tresckow, sólo había que dilucidar cómo, dónde y cuándo se iba a llevar a cabo.
Las derrotas de las tropas alemanas entre 1942 e inicios de 1944 en que se desarrollaron los sangrientos combates en Járkov y la matanza en el Cerco de Korsun-Cherkassy dificultaron los planes de asesinar a Hitler, pues éste ya no aparecía en público a diferencia de años pasados y pasaba la mayor parte del tiempo no en Berlín sino en su cuartel general militar conocido como Wolfsschanze ('Guarida del Lobo') situado en Prusia Oriental, o en su refugio alpino de Berchtesgaden. En ambos sitios Hitler estaba muy bien protegido por tropas de la SS y no recibía a nadie personalmente sino a sus colaboradores más cercanos, sobre todo después de que el jefe máximo de las SS, Heinrich Himmler, empezase a sospechar mediante la gestión de la Gestapo respecto de planes entre oficiales de la Wehrmacht para asesinar a Hitler. El plan, debido a este motivo, ya estaba condenado a fracasar si no se cumplía el objetivo máximo, asesinar al líder y apresar a la cúpula nazi.

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